Hablando de arreglos y restauración, un
vecino me regaló un trillo. Siempre he querido tener uno, y este estaba en un
garage desde el año de la tos. Al final, conseguí que me lo regalara! con la
promesa de darle mejor vida que coger polvo en una esquina. Así me nos pusimos
manos a la obra. Este proceso es sencillo, y la verdad es que le devuelve todo
el color (nunca mejor dicho, porque la madera de vieja y seca estaba casi
blanca) : lijar, y tres manos de barniz al agua. La madera chupa todo el
barniz, recupera su tono orignal y queda protegida. Este tipo de barniz hace
que el aspecto sea natural, nada de brillo ni esmalte.
Así estaba el trillo:
Aquí tras el primer baño de barniz, aún húmedo:
y terminamos con el trillo ya lijado, barnizado, lijado,
barnizado... y listo para una nueva vida:
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